
El pasado 24 de mayo, un grupo de socios volvió a visitar Miravet, una salida que, pese a repetirse en anteriores ocasiones, nunca deja de sorprender y cautivar.
Empezamos la jornada cruzando el río Ebro con el paso de barca tradicional, una forma auténtica y encantadora de llegar al pueblo y conectar con sus raíces. A continuación, visitamos el castillo de Miravet, una imponente fortaleza templaria que nos ofreció una lección viva de historia y unas vistas espectaculares.
Como no podía ser de otra forma en estas fechas, también aprovechamos para comprar las tradicionales cerezas de la zona, dulces y sabrosas, que ya forman parte de la esencia de esta visita.
Por último, compartimos una comida de hermandad a orillas del río, rodeados de naturaleza y en un ambiente de gran cordialidad y buen humor. Una jornada llena de historia, paisaje y calor humano que confirma, una vez más, que Miravet es un destino que siempre vale la pena volver a descubrir.